POR QUÉ
EN LAS BIBLIOTECAS MEDIEVALES COLOCABAN LOS LIBROS DE UN MODO DIFERENTE
¿Cómo colocar los libros? Esa pregunta da muchas respuestas de muchos estilos. Cada quien tiene su
método y de vez en cuando aparecen modas. En el siglo XIX, lo cool era que
todos tus libros fuesen del mismo tamaño y tuviesen las mismas tapas, por lo
que se encuadernaban los libros de forma personalizada y también se recortaban
los libros que no encajaban con la medida que se usaba. Hoy nos dejamos llevar
por nuestras necesidades o por lo que nos gusta ver. Si se echa un vistazo en
Pinterest o en Instagram, la moda parece ser ahora la de ordenar los libros por colores.
Lo que si
tenemos claro es que, en general, los libros se colocan en vertical, con los
lomos de cara a nosotros para ver bien cuál es el título. Sin embargo, no
siempre fue así como se ordenaban las bibliotecas.
Como explica en La pasión por los libros Francisco Mendoza, en las
bibliotecas medievales los libros solían estar apoyados en las mesas o en los pupitres. Eran libros muy pesados, que no se esperaba mover de un lado a otro (no
hay que olvidar que los libros de más valor solían estar encadenados). Pero no
solo cambiaba cómo eran los libros o dónde estaban situados, sino también el
cómo se colocaban. Los
libros solían estar en posición horizontal. En uno de los cortes (Mendoza explica que habitualmente era en el
delantero) se solía poner el título a tinta. Por eso, muchos libros antiguos
están marcados de esa manera.
De hecho, los libros medievales solían
ocupar algo así
como medio metro cuando se abrían (lo que no parece – si pensamos en la
lectura con los parámetros actuales – que fuese muy cómodo para leer en
cama antes de dormir la verdad…). Por eso, las imágenes que han quedado en
cuadros e ilustraciones de gente leyendo o escribiendo libros en la Edad Media
son de personas sentadas en algún tipo de pupitre con el libro puesto en una
especie de atril.
Los libros
tenían además tamaños diversos (no había un estándar ni medidas recurrentes) lo
que hacía que almacenarlos fuese aún más difícil. También lo era localizar el
libro que querías, por lo que en la Edad Media usaban un sistema de marcas.
Cada libro tenía su propia marca que era registrada en un catálogo y que
indicaba dónde estaba.
Los libros no se empezaron a colocar del modo en el que hoy damos por hecho
hasta bastante más tarde. Los libros empezaron a ponerse en vertical y con los lomos hacia afuera en el
siglo XVI. Fue cuando los lomos empezaron
también a incluir el título del libro.
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